Microbiota intestinal y estado de disbiosis.

La esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmune cerebral que se caracteriza por la discapacidad severa que produce en personas jóvenes. Lograr mantenerla clínicamente estable y sin progresión radiológica representa un reto. Esto se debe en gran medida, a lo complejo que es lograr fármacos que mantengan concentraciones eficientes de forma continua, por la protección que confiere la barrera hematoencefálica. No se ha podido demostrar una etiología específica, pero se conoce que aparece en pacientes predispuestos genéticamente una vez que se exponen a diversos factores ambientales como la disbiosis intestinal (modificación de la flora normal de la microbiota gastrointestinal). 

RMN con placas desmielinizantes por disbiosis intestinal.

Recientemente investigadores en Massachusetts han desarrollado un probiótico capaz de suprimir la autoinmunidad. Su base está en las células dendríticas que se encuentran tanto a nivel gastrointestinal como cerebral. Al analizar estas células en ratones encontraron una vía de señalización a la que denominaron freno bioquímico, la cual permite inhibir el ataque inmune a los tejidos del organismo. En estado fisiológico este freno contra el sistema inmunológico está activo como un mecanismo innato de defensa, pero en las personas que desarrollan enfermedades autoinmunes es defectuoso.  Sin embargo, lo más interesante fue al comprobarse que es posible activar esta función en presencia de lactato, surgiendo así la idea de diseñar genéticamente bacterias probióticas productoras de lactato.

Probióticos en Esclerosis Múltiple.

Aunque el efecto de este probiótico solo se ha probado en ratones, los investigadores son optimistas en los resultados en humanos en posteriores fases clínicas, puesto que las cepas de la bacteria utilizada ya han sido probadas con anterioridad.  A su vez, representa un fármaco con menos efectos adversos y que no necesita alcanzar un nivel de concentración en sangre para lograr su efecto, puesto que permite utilizar microorganismos vivos para mantener de forma continua la producción del compuesto activo que limita al sistema inmune. De lo anterior se traduce que, si estas bacterias que habitan en el intestino tienen el poder de influir en la inflamación cerebral, es el camino indicado para avanzar en una medicina más personalizada y de precisión.

¿Sabías que el cuerpo humano contiene más células bacterianas que las células propias del organismo?

Actualmente se postula la hipótesis que los microorganismos de la microbiota más allá de una relación comensal con el organismo, tienen a su cargo una variedad de funciones biológicas no predeterminadas genéticamente, que van desde la señalización endocrina hasta la homeostasis inmunológica y cerebral.

Referencias a consultar:

  • Gómez-Eguílaz M, Ramón-Trapero JL, Pérez-Martínez L, Blanco JR. El eje microbiota-intestino-cerebro y sus grandes proyecciones. Rev Neurol 2019; 68: 111-7.
  • Castillo ÁF y Marzo SM. Papel de la microbiota intestinal en el desarrollo de la esclerosis múltiple. Neurología. 2017;32(3):175—184. http://dx.doi.org/10.1016/j.nrl.2015.07.005