¿Sabías que existe un nexo anatómico directo y otro bioquímico entre el intestino y el cerebro?
El eje intestino-cerebro constituye una ruta bioquímica de señalización bidireccional entre el sistema gastrointestinal y el sistema nervioso central (SNC). Los factores que alteran la microbiota intestinal como son las dietas aterogénicas con consumo excesivo de alimentos ultra procesados y el uso prolongado e indiscriminado de antimicrobianos, producen un estado de disbiosis y alteración de la permeabilidad en la barrera intestinal. Se ha demostrado que estos cambios, permiten que las bacterias comensales del tracto digestivo aceleren la neurodegeneración de forma indirecta al secretar metabolitos y toxinas que siguen una ruta bioquímica hasta el encéfalo. Recientemente se ha observado que también producen una afectación directa al translocarse a través del nervio vago.
Una vez dentro del SNC causa una cascada de neuroinflamación que inicia con la activación, disminución de las ramificaciones y cambios ameboideos en la estructura de las microglías (células fagocíticas que promueven la inflamación); asociando la aparición de agregados proteicos neuronales que se tiñen con rojo Congo. Debido a que estos cambios son precisamente los marcadores distintivos de los procesos neurodegenerativos, se postula actualmente una fuerte correlación de la disbiosis intestinal con los trastornos del espectro autista (TEA) y las enfermedades neurodegenerativas prototipos (enfermedad de Alzheimer y enfermedad de Parkinson).
Con el fin de determinar estas teorías se realizaron investigaciones en ratones, dividiéndose en dos grupos. Un grupo fueron alimentados con dieta Paigen (la cual es aterogénica al ser rica en grasas y colesterol) y el otro se mantuvo con dieta saludable. Se concluyó que en el grupo con dieta no saludable se observaron bacterias a nivel cerebral, sin embargo, no estaban presentes en sangre ni en otros órganos. En el otro grupo no se detectaron bacterias en el cerebro. La bacteria aislada fue un Staphylococcus xylosus, lo cual es consistente con los cambios que se producen en los estados de disbiosis donde ocurre un marcado incremento de Staphylococcus, Bacteroides y Akkermansia en las heces fecales y en el íleon asociado a una reducción de Lactobacilli (microbiota predominante en estado normales).
En un segundo momento se le realizó a un grupo de roedores una vagotomía a nivel cervical derecho, con el fin de probar que la translocación bacteriana es a través del nervio vago (puente anatómico que conecta el intestino con el cerebro), incluso en ausencia de un aumento de la permeabilidad de la barrera hematoencefálica. Luego del proceder quirúrgico se les alimentó durante un periodo con dieta Paigen, evidenciándose que aquellos vagotomizados presentaban valores veinte veces más bajos de bacterias a nivel cerebral que en los que no se realizó el proceder, e incluso algunos no tenían bacterias detectables. Es de destacar que las bacterias residuales aisladas luego de la vagotomía unilateral pueden ser debido a que continuó el traspaso a través del vago intacto (contralateral). Sorprendentemente las bacterias detectadas en el cerebro y el nervio vago coincidían al 100% con las que se detectaron en las heces y el íleon.
En un tercer momento a los ratones alimentados anteriormente con dieta Paigen que ya habían desarrollado los marcadores neurodegenerativos, se le cambió a una dieta equilibrada. Sorprendentemente se evidenció una reversibilidad de la traslocación bacteriana una vez disminuida la disbiosis intestinal.
Referencias a consultar:
Thapa M, Kumari A, Chin CY, Choby JE, Jin F, Bogati B et al. Translocation of gut commensal bacteria to the brain. https://doi.org/10.1101/2023.08.30.555630