¿Debemos el inmenso potencial de nuestro CEREBRO a un SIMIO DROGADO?
Celebremos el Día mundial de la Evolución con la Teoría del Mono Dopado (The Stoned Ape), descrita en la década de los 90 por el investigador estadounidense y etnobotánico experto en psicodélicos, Terence McKenna. En su libro “Food of the Goods” y en “El Manjar de los Dioses” plantea que los homínidos prehistóricos (Homo erectus) tuvieron que migrar durante la desertización del Sahara que tuvo lugar en la Era de Piedra. Desde las profundidades boscosas africanas con destino al Medio Oriente, siguiendo a los rebaños de animales herbívoros a través de las extensas praderas, para poder alimentarse y vestirse. Este cambio de hábitat significó un reto adaptativo en el cual abandonaron los árboles en su búsqueda de alimentos y se volvieron bípedos, perfeccionaron progresivamente herramientas para la agricultura, a la vez que añadieron nuevos componentes nutricionales, como fueron las setas psicodélicas ricas en Psilocibina, que crecen en el estiércol de los mamíferos.
La psilocibina es una sustancia exclusiva de los hongos
alucinógenos (especialmente de la Psilocybe cubensis, conocida
también como Cucumelo) y su principal ingrediente activo. Es un
alcaloide psicodélico perteneciente a la familia de las triptaminas. En nuestro
organismo se metaboliza en un neurotransmisor cerebral (psilocina) que es muy
similar a la sustancia psicodélica de la Ayahuasca (dimetiltriptamina o DMT).
A su vez, se une a los receptores serotoninérgicos 5-HT2B y 5-HT2C produciendo un
aumento de dopamina en los ganglios basales que genera un efecto estimulante
del SNC muy parecido al del LSD (euforia y alteración del sentido de la
realidad), pero de menor duración. Es decir, que curiosamente la psilocibina es
similar químicamente al neurotransmisor serotonina. También se ha demostrado
que los estados psicodélicos provocan un patrón de ondas cerebrales similares a
las que ocurren mientras soñamos en la fase REM.
Según la teoría propuesta, las propiedades psicotrópicas de
estos hongos indujeron tres cambios fundamentales relacionados con la dosis de
consumo. A bajas dosis perfeccionó la agudeza visual, particularmente la
nitidez entre bordes y contrastes, lo cual es vital para una especie que
depende de la recolección y la caza. Así mismo, es altamente afrodisíaco
generando un estado placentero de éxtasis y euforia que incrementó la
motivación por reproducirse. Por último, su consumo a dosis elevadas les
permitió una magnificación en la forma de percepción de los sentidos, el
espacio y el tiempo llegando a experimentar alucinaciones muy vívidas y estados sinestésicos (es decir, durante su efecto se entremezclan las barreras
sensoriales; evolucionando de esta forma los sonidos, colores, olores, sabores
y el tacto a una codificación entre símbolos y significados) que sentaron las
bases del pensamiento humano. A esta reestructuración de la mente, se añadió
una compleja modificación estructural de la corteza cerebral, triplicándose el
tamaño encefálico, lo que a nivel filosófico representaría el despertar de la
conciencia humana; el Homo sapiens. Esta hipótesis neuroevolutiva
no recibió mucha aceptación en la comunidad científica.
Posteriormente, en 2017 el micólogo Paul Stamets reafirma
en la conferencia Psychodelic Science que los cambios ambientales
forzaron a nuestros ancestros a mejorar sus capacidades mentales para asegurar
la supervivencia frente a otras especies, convirtiéndose en seres sociales; y
que por tanto, la teoría de McKenna era una respuesta aceptable al misterio
evolutivo, añadiendo que hace 200 000 años hubo una repentina amplificación del
cerebro humano; lo cual desde un punto de vista evolutivo es la mayor expresión
adaptativa de la selección natural de Charles Darwin.
¿Será la CONCIENCIA humana producto de un estímulo psicodélico?
El profesor de Filosofía de la Universidad de Dayton, Dr.
Thomas Falk añade que esta hipótesis encaja temporalmente con la “explosión
creativa” que experimentó el Homo sapiens hace 40 000 años. Es decir, se
produce un Homo sapiens 2.0 (Homo sapiens sapiens) con nuevas
redes neuronales de asociación que le permitieron una capacidad cognitiva
altamente desarrollada, que entre sus mejoras incluye el pensamiento abstracto,
la creatividad, la autorreflexión para resolver problemas complejos y
planificar a largo plazo; y finalmente el nacimiento y perfeccionamiento del
lenguaje como herramienta de comunicación. Todo este paquete de nuevas
habilidades les permitió crear un mundo interior con sus propias vivencias, que
a través del lenguaje pudieron materializar a nivel social.
Muchos expertos aseguran que existe evidencia que demuestra que nuestra relación con la psilocibina es anterior a la transición evolutiva de Homo erectus a Homo sapiens. Hallazgos arqueológicos recientes han encontrado filamentos de hongos petrificados en la dentadura de mujeres que vivieron hace unos 19 000 años. También es el caso de murales del desierto del Sahara correspondientes al año 9 000 a.C., donde se observan bailarines sosteniendo hongos en sus cabezas y figuras geométricas muy similares a las que experimentan los consumidores de hongos psicodélicos. Así mismo, se han descubierto dibujos rupestres en Argelia que datan del 7000 a.C. y también en cuevas de los Alpes italianos, que exhiben rituales con figuras humanas cubiertas de hongos.
Existen escritos de sacerdotes españoles como es
el libro “Historia de las Indias de Nueva España” donde relatan sus
vivencias de como las tribus de la Mesoamérica precolombina centraban sus
triunfos, el éxito de sus viajes, la ascensión al trono y los rituales médicos
y ceremonias chamánicas en lo que denominaban el alimento de los dioses
(HONGOS MÁGICOS). Como prueba fehaciente de esta simbiosis
psicodélica-religiosa existen templos en Guatemala, el Salvador y México dedicados
a los Dioses de los Hongos, incluido el dios Azteca que representa las plantas
alucinógenas (Xōchipilli).
¿Si Freud hubiera visto THE LAST OF US, habría encontrado el origen de la conciencia humana (ELLO, YO Y SUPERYÓ) en los hongos mágicos psicodélicos?
En los inicios del planeta Tierra no existían plantas
terrestres ni animales, solo estaban los pioneros de la supervivencia, los
encargados de preparar el camino para la posterior aparición de las demás
especies. Se trata de los hongos, que luego de las bacterias, constituyen los
habitantes terrestres más antiguos.
Entre los hongos y las raíces de las plantas existe
interconexiones llamadas micorrizas, que se encargan no solo de
transportar sustancias, sino de transmitir información, el llamado lenguaje o inteligencia
de la naturaleza. De esta forma reciben advertencias sobre potenciales
depredadores y preparan sus armas químicas para protegerse del entorno
agresivo. Con esta información, encontramos sentido a la teoría tan repetida
cinematográficamente de que los árboles más antiguos transmiten su sabiduría
durante siglos usando canales subterráneos.
McKenna entre sus muchos aportes retoma el término de la
filosofía griega antigua, Logos. Para entender este concepto
debemos abstraernos, es decir, Logos sería una forma de inteligencia
artificial a nivel cósmico en el cual toda la experiencia acumulada desde
la creación se transmite a través de la naturaleza y a la vez, toda la
estructura del universo tiene un significado, un propósito. De esta forma, los
hongos a través del sueño psicotrópico que produce la psilocibina establecieron
una comunicación que nos permitió adquirir las herramientas evolutivas
necesarias para sobrevivir. A su vez, explica el rol evolutivo de la religión a
través de la figura del chamán, que bajo los efectos de esta droga ritual entraba
en un trance para convertirse en el mediador que entregaba el mensaje
procedente de esa elevada forma de conciencia al ser humano.
Quizás el principal aporte de la psilocibina haya sido
habernos facilitado el desarrollo del lenguaje tal y como lo conocemos hoy. Por
una parte, su efecto de relajación permitió disminuir el grado de violencia
física como forma de expresión y lo sustituyó por un aumento de la fluidez de
pensamiento que progresivamente fue transformando los sonidos aislados y
carentes de significados en los conceptos, mensajes y símbolos que codificaron las
bases de los primeros idiomas.
Si abrazamos la ideología de la inteligencia de la madre
naturaleza, nos vendría una interrogante:
¿Por qué los hongos, en su ANCESTRAL SABIDURÍA escogieron, entre los diferentes reinos, a la especie humana para representar al planeta?
Ese sería el verdadero
misterio…
¿Será que hemos olvidado, que de la naturaleza adquirimos el DON de ver mucho más allá de nuestras fronteras, de nuestro propio ego?
Lo cierto es que ALGO VIERON EN NOSOTROS que no reconocemos
AUN, y es que lo ESENCIAL ES INVISIBLE A LOS OJOS.
¿Será que los hongos evolucionaron a especies animales, para en un FUTURO PLANIFICADO, experimentarse a sí mismos?
La idea de un hongo MULTIRRESISTENTE (Cordyceps)
que muta debido al CALENTAMIENTO GLOBAL y se disemina como un parásito
en el cerebro humano, creando zombis y obligando a su huésped a cumplir sus órdenes,
podría parecer irreal para los más escépticos y futurista para los aventureros
amantes de la ciencia ficción. Sin embargo, en la actualidad es tangible que estamos
experimentando un incremento de las infecciones fúngicas, a la que hemos
llamado la EPIDEMIA SILENCIOSA. Durante nuestra historia como especie
los patógenos fúngicos no han sido los peores enemigos, particularmente si
estamos en estado de inmunocompetencia. Esto se debe particularmente a que
menos del 1% de los millones de especies de hongos pueden causar enfermedades, ya
que la temperatura del cuerpo humano es un medio hostil para ellos, la mayoría
de los hongos no sobreviven a 36°C.
Actualmente, se está reescribiendo esta historia gracias
al CAMBIO CLIMÁTICO y las presiones ambientales, que han
impulsado la evolución a nuevas especies fúngicas TERMOTOLERANTES (como
es el caso de la Candida auris) y, por tanto, potencialmente patógenas
incluso para personas inmunocompetentes. De hecho, los micólogos expertos en el
tema no descartan la posibilidad de un BROTE FÚNGICO con magnitud
comparable a la Pandemia del 2019 por Coronavirus (SARS-CoV-2), para
la que tampoco estaremos preparados.
¿Será MITO o REALIDAD que el ESLABÓN PERDIDO lo encontremos en SIMIOS ADICTOS?
A pesar de los avances científicos, la evolución humana mantiene
la nebulosa del eslabón perdido, ese salto intermedio que perpetuó la especie,
aun inexplicable. La teoría psicodélica de la NEUROEVOLUCIÓN ha
sido desde sus inicios un tema extremadamente controversial. El mundo científico está divido entre los que
la cuestionan y los que no la descartan. Siendo simplista ésta traduciría que
la evolución de la especie humana es gracias a las propiedades psicotrópicas de
los hongos mágicos. Es decir que, aquellos simios prehistóricos que incluyeron
una mayor variedad de comida tuvieron una ventaja adaptativa debido a la
modificación de las conexiones cerebrales, donde a través de estados
sensoriales divinos se convirtieron en cazadores de élite, con mayores deseos
sexuales, más empáticos, con mejor respuesta ante el miedo y que lograron un
lenguaje rústico.
Existe una corriente de Biólogos expertos que afirman que
simplificar la evolución de una especie por el consumo de hongos podría llegar
a ser absurdo, debido fundamentalmente a su efecto nocivo sobre el ser humano.
Añaden que, al ser estáticos, los hongos evolucionaron para intoxicar a los
animales con sustancias tóxicas, que interfieren con los neurotransmisores
cerebrales. A su vez, defienden otra hipótesis muy difundida y que se explica a
través de las etapas del neurodesarrollo en el niño, la cual se centra en la
capacidad motora fina al lograr un PULGAR OPONIBLE. Es decir, que la PINZA
DIGITAL representó un incremento de la región cerebral encargada de la
motricidad (área motora primaria y las motoras suplementarias o
asociativas en el lóbulo frontal) y, en consecuencia, el desarrollo de otras
áreas del frontal como es el área motora de Broca para el lenguaje;
elemento clave para el desarrollo como ser BIO-PSICO-SOCIAL.
Otros investigadores afirman que el origen de la
conciencia tiene lugar cuando nuestros antepasados comenzaron a valorarse como entes
separados de la naturaleza siendo capaces de evaluar y expresar pensamientos de
su propia mente. Es decir que, a raíz de un instinto de supervivencia, el
cerebro primitivo se vio obligado a desarrollar la habilidad de comprender las
experiencias subjetivas que iba adquiriendo y actuar en consecuencia.
Simplificando, fue una herramienta que le permitió comprender, monitorizar y a
la vez llegar a predecir el comportamiento de los demás seres vivos.
Lo cierto, es que llevamos milenios consumiendo los enteógenos.
Estaremos de acuerdo, en que el rápido redimensionamiento cerebral fue
una pieza clave entre los múltiples factores que influyeron en la evolución. Es
evidente que no se trata de una mutación cerebral por el consumo de setas
alucinógenas sino de un complejo proceso, que no entendemos su verdadero
alcance después de siglos de investigación. A su vez, éste pudo potenciar la cascada
de cambios neuroevolutivos que ya estaban ocurriendo, y por tanto, catalizar
la diferencia adaptativa que hoy representamos como especie. Visto de otra
forma, quizás el fragmento que falta para completar el rompecabezas sería
nuestra relación milenaria con los psicodélicos.
¿Será qué en la PSILOCIBINA está la respuesta?
Desde que ha inicios de la década del 70, EE. UU.
incluyera la Psilocibina en la Lista 1 de sustancias controladas, su investigación
con fines médicas disminuyó marcadamente. En 1992 la FDA afirmó la relación
riesgo-beneficio aceptable de desarrollar estas investigaciones. En la última
década y a raíz de la revolución terapéutica del cannabis, se ha incrementado
el número de ensayos clínicos con estos compuestos. Muchos de estos han
concluido que los hongos psicodélicos (microdosis de psilocibina) podrían
ser un arma potente para tratar enfermedades como la cefalea en racimos de
Horton (también denominada cefalea suicida por su intensidad) la depresión
y ansiedad en pacientes oncológicos terminales, los trastornos
obsesivos compulsivos (TOC), el trastorno de estrés postraumático (TEPT)
en veteranos de guerra y la superación de adicciones como el tabaquismo,
alcoholismo y drogas duras como la cocaína.
¿Será que aquellos con consumían setas lograron despertar
esa conciencia de poder tomar decisiones en contra de sus instintos básicos, es
decir SER MÁS HUMANOS?
Se ha demostrado que durante el efecto psicodélico se
produce un aumento temporal de la conectividad neuronal y, por tanto, de la ENTROPÍA
CEREBRAL, término que se refiere a la cantidad y complejidad de información
que existe en la actividad cerebral en un momento dado. Estudios recientes de
investigadores italianos y británicos utilizando resonancia magnética funcional
(fMRI) han demostrado que bajos su efecto, se produce un incremento marcado
de las interconexiones entre redes neuronales (HIPERCONECTIVIDAD) que
normalmente no se comunican. Esta mayor sincronización ocurre principalmente en
la parte más profunda y primitiva de nuestro cerebro encargada de las
emociones, estados de excitación y de formar los recuerdos (hipocampo y corteza
cingulada anterior).
A su vez, existe la hipótesis de que ocurre una
desconexión transitoria entre los lóbulos temporales mediales, el claustro y la
red neuronal por defecto (DMN). Esta última interconecta múltiples
regiones cerebrales que interactúan entre sí, tiende a estar activa cuando la
mente está en reposo y está implicada en procesos internos como nuestro sentido
de identidad, la memoria autobiográfica, la introspección y la proyección
mental hacia el futuro. Esto sugiere que ocurre una desincronización en las
regiones corticales más superficiales y especializadas (donde tienen lugar las funciones
psíquicas superiores, como es la función ejecutiva). De todo lo anterior se
resume que esta reducción selectiva de la actividad cerebral en algunas
regiones y el aumento en el resto, podrían ser la razón de por qué, durante los
estados psicodélicos se disuelve el ego (el Yo) y encontramos una mayor conexión
con el entorno. Es decir, al no tener filtro la conciencia, se accede a un estado
superior de cognición primaria (no accesibles normalmente) que conecta
directamente con nuestras sentidos, emociones, pensamientos y recuerdos.
Integrar a los psicodélicos en el arsenal terapéutico
constituye un verdadero reto, especialmente porque su investigación es un tema
controversial al ser la mayoría sustancias ilegales. Sin embargo, los hongos
forman parte de nuestra vida cotidiana. Desde
el arte culinario al combinar el sabor del queso azul (Penicillium
roqueforti) con un buen vino blanco (Levaduras), hasta la medicina al
brindarnos sus propiedades para enfrentar a los terrícolas originales (bacterias)
como es el caso de los fármacos betaláctamicos, particularmente la penicilina
(Penicillium notatum). De hecho, el pensamiento de que los hongos
decidieron ascendernos en la evolución enfatiza que quizás en ellos estaría la
respuesta a muchos de los retos de salud que tenemos en la actualidad.
Basado en tu nivel de conocimientos y experiencias puedes
estar en el bando de la neuroevolución psicodélica, en el contrario o incluso
abstenerte. Lo cierto es que dicha hipótesis no está fundamentada en pruebas científicas
objetivas y muy probablemente nunca llegue a poder demostrarse su papel en la
evolución social de nuestros antepasados. Entre las tantas teorías no validadas,
algunos investigadores plantean que la psilocibina es capaz de aumentar la NEUROGÉNESIS
y la NEUROPLASTICIDAD CEREBRAL. El hecho de controlar estos dos factores
significaría la capacidad de nuestro cerebro de AUTO-REJUVENECERSE y,
por tanto, podría ser la punta del iceberg de la INMORTALIDAD humana. Lo que,
si podemos afirmar hoy en día, es que las neurociencias aún van retrasadas con
el tema de las sustancias psicodélicas y sus efectos neurológicos. Quizás el
legado del simio dopado no sea darnos una respuesta al pasado, sino al futuro.
Referencias a consultar:
- Serés GL. Síndrome alucinógeno, indoles alucinógenos. Revista Catalana de Micologia, vol. 37: 75-85; 2016.
- McKenna T. The archaic revival. San Francisco: Harper. 1991.
- Rodríguez Arce JM and Winkelman MJ (2021) Psychedelics, Sociality, and Human Evolution; The Stoned Ape Theory: Pseudoscience or Psychedelic Oirigin of Modern Man? en Psychedelic Spotlight.
- González NJ. La Historia Oculta de la Humanidad. Un recorrido histórico a través de las enfermedades infecciosas. Kos, Comunicación Científica y Sociedad, SL.